No estoy bien. Pensaba que un cambio de aires me ayudaría a convencerme de que no estoy echo para ti y que debo olvidarte. Pero la ciudad me mata. A veces creo que te veo, que me cruzo contigo por la calle pero tu pasas de mí, luego te giras, me miras, te sientas en el banco más próximo y te me quedas mirando con ésos ojos que desean besarme. Imposible. Esto es imposible. Nos separan kilómetros, millas, prados, casas, un mar... Y sé que eres incapaz de venir hasta aquí sólo para mí, cuando sé que hace tiempo que tu me has olvidado.
Dije que te esperaría, me cansé de tus mentiras pero no de ti. Es imposible dejar de pensar en ti ni en la gran ciudad. Bajo las escaleras del metro despacio, meto la tarjeta, giro el torniquete, camino, espero unos minutos, se abren las puertas, entro, me siento. Veo la gente entrar y salir, te busco y creo que te encuentro. Imposible. Salgo del metro, las escaleras mecánicas me acompañan al exterior, soy un engranare más de esta maquina llamada sociedad.
Creo que te veo. Imposible. Ahora recuerdo ésa última palabra: "adiós". Pero no me hago cargo de ella.
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