domingo, 12 de febrero de 2012

#12- Último encuentro.

Me abrí paso entre la gente que deambulaba en todas direcciones. El camino iba haciéndose cada vez menos denso hasta llegar al punto dónde por fin pude respirar. Todo el mundo seguía a su bola, pero allí no había ni un pelotón que dificultara el paso. Me detuve y volví a respirar. No sé cuanto tiempo estuve allí parado.  Pero sé que en ése mismo instante me di cuenta de que estabas andando a menos de medio metro de mí y en dirección opuesta ¿Mi reacción? Te cogí por la muñeca y te la solté en el acto, un gesto suficiente para que te giraras y me miraras. Me pareció ver cómo se esbozaba una leve sonrisa en tus labios. El corazón me latía tan fuerte que estaba seguro de que se escuchaba a diez metros a la redonda.  Sentía cómo  la sangre hervía en mis venas y cómo sonreía cómo un idiota. Sin pensarlo, alzando la mano cómo gesto de salutación, seguí andando dejándote atrás y sintiéndome más idiota todavía. 
No fui consciente de lo que acababa de pasar varios pasos después. Más adelante me senté y analicé todo lo que recordaba. Apoyé la cabeza en mis manos. Me maldije. Ahora veía la situación con cabeza. Y con más cabeza la veo hoy, seis meses más tarde. 
Observé el cielo. Cada una de ésas estrellas lo habían visto todo. Los únicos testigos de mi estupidez y fracaso, de una oportunidad perdida, eran ellas, y el único responsable era yo.