Eres cómo una rosa. La rosa con los tonos más vivos y encantadores del mundo. La más bonita y elegante que se ha visto jamás. Pero tú, al igual que una rosa, tienes espinas. Espinas que no se ven a simple vista, camufladas en la inmensidad de tu belleza. Y cuando me doy cuenta de que detrás de todo, puedo acabar dañado, ya es demasiado tarde. Tus espinas hace tiempo que hirieron lo más profundo de mi corazón. No sangra, pero duele y a demás, me tortura.